La alopecia puede clasificarse en numerosos grupos, según su origen y manifestaciones. La más habitual es la alopecia androgénica, también llamada alopecia androgenética o calvicie común, responsable del 95% de los casos. Es más común en hombres que en mujeres.
Otras formas comunes de alopecia son la alopecia areata, cuya característica fundamental es que la pérdida de cabellos no es definitiva y se localiza en un área determinada; la alopecia universal, una extensión de la alopecia areata; y la alopecia cicatricial, que está provocada por una destrucción del folículo piloso. En este caso, se trata de una dolencia irreversible.
Existen muchos tipos de alopecia que nos encontramos con menor frecuencia y que pueden estar originadas por causas genéticas, medicamentos, infecciones cutáneas, traumatismos, deficiencias nutritivas y ciertas enfermedades de la piel, entre otros.
La alopecia androgenética o androgénica es la pérdida de pelo a causa de factores genéticos. Es el tipo de alopecia más común en nuestra sociedad, y que afecta, por lo general, a la mayoría de los hombres, aunque también puede darse en las mujeres.
No obstante, el gen portador de la calvicie no tiene un patrón temporal claro: puede saltarse generaciones o sucederse sin interrupción. Por lo tanto, la observación de los familiares directos, aunque aporta información interesante, no es un elemento clave para determinar el riesgo genético de desarrollar la calvicie.
Sin embargo, existe una manera clara y científica de conocer la predisposición genética de cada persona a sufrir alopecia y a su respuesta determinada al tratamiento más adecuado. Este tipo de alopecia la sufren el 90% de los hombres mayores de 21 años, empezando a presentar ausencia de cabello en las entradas de la cabeza. A partir de los 40 años, el 50% de los hombres sufren la alopecia androgénica en la zona de la coronilla.
La alopecia androgenética se produce por la presencia de la enzima 5-alfa-reductasa y la hormona dihidrotestosterona, que son las que provocan la caída del pelo. La enzima convierte la testosterona en dihidrotestosterona (DHT), que es la que se encarga de que se reduzcan el número de folículos pilosos, haciendo que las membranas del cuero cabelludo se vuelvan rígidas.
Con este proceso, se activan las glándulas sebáceas produciendo grasa en el pelo y en el cuero cabelludo. De esta manera, la estructura folicular se va minimizando y los cabellos nuevos van naciendo cada vez más débiles y más finos de lo normal. Finalmente, esos folículos dejan de funcionar correctamente y el pelo que se cae no vuelve a ser reemplazado por otro, apareciendo las primeras zonas con ausencia de pelo.
Se han realizado muchas investigaciones sobre este tipo de alopecia pero lo único que se ha determinado es que lo que produce la calvicie no es la presencia de un nivel elevado de DHT, sino una tendencia genética que influye sobre la dihidrotestosterona que finalmente debilita el folículo piloso.
Aunque la alopecia androgenética afecta en su mayoría a los hombres, también puede desarrollarse en las mujeres. Para ambos casos, existen tratamientos especializados para este tipo de alopecia
La alopecia difusa es la pérdida progresiva y generalizada del cabello que no llega a producir calvicie total. Afecta tanto a hombres como a mujeres. En estos casos, el pelo adquiere un aspecto lacio y sin vida, y se percibe sensación de escasez.
Este tipo de alopecia se puede desarrollar, entre otros factores, por causas endocrinas, por medicamentos o por la alimentación. En el primer caso es síntoma de que existen problemas en las glándulas endocrinas, como por ejemplo el hipertiroidismo o el hipotiroidismo, patologías que suelen provocar pérdida difusa del pelo.
Los medicamentos también pueden influir en la caída difusa y en el adelgazamiento del cabello, ejemplo de ello son los anticoagulantes, los tratamientos de quimioterapia, los medicamentos psiquiátricos, los anticonceptivos orales, el exceso de vitamina A y el exceso de carbonato de litio, entre otros.
La alimentación es asimismo muy importante para la salud del cabello y para prevenir la alopecia difusa. Si el pelo no tiene los nutrientes necesarios para su desarrollo se vuelve seco, quebradizo y adelgazado. Las raíces del cabello podrán tener hendiduras -donde se fracturarán con facilidad- y los cabellos negros podrán adquirir una coloración rojiza.
Igualmente, algunas enfermedades relacionadas con problemas alimenticios repercuten también en la salud del pelo; un ejemplo claro es la anorexia nerviosa, que debilita el cabello y provoca su posterior caída. Principalmente, son las deficiencias de hierro, ferritina y zinc en la dieta las que favorecen la pérdida de pelo de manera difusa.
La alopecia difusa se puede prevenir y tratar. Una de las principales vías es seguir una dieta equilibrada para que el cabello obtenga todos los nutrientes necesarios y pueda mantenerse sano.
Al mínimo síntoma que se presente y nos haga sospechar que podríamos padecer este tipo de alopecia, debemos acudir a un especialista para que nos haga un estudio. Con el diagnóstico, podemos empezar un tratamiento lo antes posible, y evitar que siga cayendo el pelo. También puedes conseguir que vuelva a salir el que se haya perdido.
Con un desarrollo impredecible, la alopecia areata se caracteriza por la pérdida del cabello en forma de parches redondos en una o varias zonas del cuero cabelludo, o bien en otras partes del cuerpo. Suele ser frecuente que observemos cabellos con forma de signo de exclamación en los bordes del parche calvo que se desprenden fácilmente. En ocasiones, la alopecia areata puede evolucionar hasta la calvicie total.
La alopecia areata tiene un desarrollo difícilmente predecible. En ocasiones, el cabello vuelve a crecer al cabo de algunas semanas, mientras que en otros la enfermedad progresa y se produce una pérdida total del pelo en el cuero cabelludo y en el cuerpo.
La causa de este tipo de alopecia no se conoce con precisión. El tejido que rodea el folículo piloso se inflama sin que a continuación aparezca una cicatrización. Los científicos manejan la hipótesis de que la inflamación se debe a una reacción inmunitaria en la que el folículo piloso es atacado por sus propios anticuerpos.
La alopecia areata puede afectar a hombres, mujeres y niños. En algunas personas, la pérdida del cabello puede ocurrir después de un evento importante, como una enfermedad, el embarazo o un traumatismo.
Los factores o causas que están asociados con su desarrollo son: el perfil genético (aproximadamente una de cada cinco personas con esta afección cuenta con antecedentes familiares de alopecia), la hipersensibilidad caracterizada por una tendencia familiar, las reacciones inmunes y autoinmunes específicas de ciertos órganos, y el estrés emocional.
Es frecuente que la alopecia areata comience con síntomas como uno o dos parches de pérdida de cabello, muy frecuentemente en el cuero cabelludo. Pero también puede observarse en la barba, las cejas, y los brazos o las piernas. Se forman pequeñas calvas con forma de moneda pequeña; son lisos, redondos y pueden adquirir un tono melocotón. Tampoco es infrecuente que aparezcan pústulas y sensación de ardor o picazón.
A pesar de todo ello, el pronóstico suele ser bueno y el cabello vuelve a salir al cabo de un año en el 80% de los casos, aproximadamente. Ahora bien, es necesario ponerse en manos de profesionales que aconsejen los productos más adecuados. Para tratar la alopecia areata los facultativos suelen recurrir al uso de corticoides –para reducir la hinchazón y el dolor- que se aplican en inyecciones en la piel, por vía oral (pastillas), o aplicados tópicamente, en forma de crema o loción. También ofrece buenos resultados el minoxidil, medicamento que actúa estimulando el crecimiento de nuevos cabellos y retrasando su caída.
La alopecia cicatricial es la calvicie que se produce como resultado de la malformación, daño o destrucción de los folículos pilosos. Estos son sustituidos por un tejido cicatricial permanente en el que ya no puede nacer pelo nuevo. Esta alopecia no es muy común, ya que afecta a un bajo porcentaje de personas, se da por igual en hombres y en mujeres, y es más común que se desarrolle en los adultos.
Dentro de las alopecias cicatriciales existen varios tipos:
Alopecia cicatricial primaria. Este tipo de alopecia se produce por alteraciones en el desarrollo del folículo piloso, o por alteraciones que son hereditarias
Este tipo de alopecia se puede detectar cuando se localicen zonas de calvicie en el cuero cabelludo, muchas veces acompañadas también por enrojecimiento y descamación. Normalmente, las personas que padecen este tipo de alopecia presentan una caída progresiva del pelo sin motivo alguno. Se puede presentar sensación de ardor o dolor en la zona del cuero cabelludo donde se empieza a perder el pelo.
Lo mejor es poner un tratamiento cuando se noten los primeros síntomas, o se tengan sospechas de padecer alopecia cicatricial. Dependiendo del tipo de alopecia que se presente, y del grado de avance de ésta, será más recomendable un tratamiento u otro. Por lo general, se puede combatir la alopecia cicatricial con antiinflamatorios, con corticosteroides o con antibióticos, para que las células dañinas que están destruyendo el folículo piloso dejen de hacerlo. En caso de que ya estén destruidos, lo recomendable es seguir con el tratamiento para que no afecte a los folículos pilosos que estén sanos.
En ocasiones, existen circunstancias como la ingesta de determinados medicamentos, tratamientos farmacológicos, o cambios en nuestra rutina diaria, que tienen como consecuencia la pérdida del cabello. Aunque algunas de ellas se pueden englobar en los tipos ya mencionados, existen otras alopecias que no responden al patrón concreto de ninguna de ellas.
Entre las más conocidas se encuentra la alopecia traumática, causada por traumatismos físicos. Vienen provocadas por someter al cabello a tracciones repetidas o peinados tensos como trenzas o moños, entre otros. Puede haber varias causas, como la presión, que provoca que los bebés tras el contacto continuado del cuero cabelludo con la almohada, pierdan el pelo.
Por su parte, la foliculitis decalvante, también conocida como foliculitis en mechones, es una inflamación destructiva y supurativa que se caracteriza por la aparición de brotes de pústulas que se extienden progresivamente de un cabello a otro a lo largo del cuero cabelludo. Los brotes de estas pústulas destruyen los folículos afectados y es lo que provoca esta dolencia como otras alopecias. Aunque no se conoce su causa, se ha confirmado la influencia de la bacteria Staphylococcus aureus y su producción de superantígenos en personas que genéticamente muestran su predisposición. Para tratarlo, se emplean antibióticos, antiinflamatorios y moduladores de la inmunidad como los glucocorticoides.